La obediencia a Dios no es opcional

La importancia real de la obediencia a Dios y la gravedad de las consecuencias de la desobediencia, se muestran en toda la Biblia. Sin embargo, para aquellos creyentes que erróneamente creen que sólo deben basar su conducta según el Nuevo Testamento, tomamos los siguientes versículos del NT sobre la importancia de la obediencia de los mandamientos de Dios:

Jesús dijo que la evidencia de una relación personal con Él es hacer la voluntad de Dios. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 7:21). No todo el que dice ser un cristiano es un cristiano. Sólo aquellos que están en una relación auténtica de amor y obediencia a Jesucristo son los verdaderos cristianos.

«Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.» (Mateo 7:24-27).

«Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.» (Mateo 12:49-50).

“Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Más si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio.” (Mateo 19:16-18).

Jesús dijo a los apóstoles que hicieran discípulos y les enseñaran a obedecer todo lo que Él les había ordenado: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mateo 28:19-20).

“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca.” (Lucas 6:46-48).

Jesús describe su verdadera familia espiritual (sus discípulos) como los que ponen en práctica la palabra de Dios y hacer su voluntad. “Él entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.” (Lucas 8:21).

Jesús corrigió a una mujer que alabó a María, la madre terrenal de Jesús, sólo porque ella le dio a luz y luego declaró que dichosos son los que obedecen la Palabra de Dios: “Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.” (Lucas 11:27-28).

Mostramos nuestro amor a Jesús y a Dios por la obediencia: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” (Juan 14:15). “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.” (Juan 14:21).

El amor o no amor por Jesucristo se refleja en la obediencia a las enseñanzas de Jesús: “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.” (Juan 14:23-24).

Para permanecer en el amor de Jesucristo, tenemos que cumplir la condición de obedecer sus mandamientos: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.” (Juan 15:10).

Los Apóstoles sabían que tanto ellos como otros, pueden y deben obedecer a Dios: “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.” (Hechos 5:29).

El Espíritu Santo se da a las personas que obedecen a Dios: “Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.” (Hechos 5:32).

Somos esclavos del pecado o de la obediencia dependiendo de a quién obedecemos: “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.” (Romanos 6:16-18).

“pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.” (Romanos 16:26-27).

El evangelio ha de ser obedecido por el bien de la salvación: “en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder,” (2 Tesalonicenses 1:8-9).

Los que tienen la salvación obedecen a Dios: “y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen;” (Hebreos 5:9).

 “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él;” (1 Juan 2: 3-4).

“Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado”. (1 Juan 3:24).

“Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.” (1 Juan 5:3).

El poder de la oración para un cristiano se basa en su obediencia. Un mandamiento ha sido especialmente señalado: “y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.” (1 Juan 3:22,23).

“Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio.” (2 Juan 1:5,6).

Los mandatos de Dios deben ser obedecidos en forma urgente: “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.” (Apocalipsis 3:3).

Se describen a los cristianos como aquellos que guardan los mandamientos de Dios. “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.” (Apocalipsis 12:17).

“Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” (Apocalipsis 14.12).

Nuestras acciones muestran lo que realmente nuestros corazones son. De todas las anteriores escrituras, tenemos una idea clara de que los verdaderos cristianos  obedecen los mandamientos de Dios y no están viviendo inmoralmente como una multitud de falsos maestros. La desobediencia produce la muerte espiritual de las personas.

Cuando realmente entendemos el amor de Dios y el significado de la muerte de Jesús en la cruz, queremos obedecerle porque lo amamos en gran manera. Cuando estás en una relación de amor, la obediencia se convierte en algo natural.

Finalmente, recuerde que Jesucristo no vino a anular la ley o los profetas; no vino a anularlos sino a darles cumplimiento. “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.” (Mateo 5:17). Por lo tanto, los mandamientos de Jesucristo (siendo Dios mismo) son los mismos mandamientos que Dios ordenó en el Antiguo Testamento.

Roger Garcia C.
Consejero Bíblico
http://www.consejerobiblico.org

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